Junto al edificio se produce una
parada militar en los jardines del mismo, la gente se agolpa para observar los
movimientos a la vez y armonía de todos los soldados.
Ellos están orgullosos del
trabajo que realizan, tras un montón de horas de entrenamiento, donde han sido
una y otra vez regañados, hasta llegar a su autoestima para conseguir su
objetivo, no han mirado, sus mandos, el insulto e incluso la vejación para
llegar a ser unos soldados disciplinados. Listos para la admiración del
público, en un espectáculo casi circense.
Cámaras de fotos, de video y los
teléfonos se encienden para reflejar el acto castrense.
Si éticamente el esfuerzo que ha
sufrido la tropa para llegar al objetivo de mostrar la perfección, solo
entonces esa misma cualidad queda diluida y desdibujada, por ello fruto de un
abuso, aunque sea retribuido económicamente. Donde se acata la orden como
principio supremo, donde la persona, como la gota que cae al lago, se integra y
se pierde.
El principio de libertad personal
se elimina por dinero y tu autoestima cae a grandes niveles hasta integrarse en
ese lago. El mundo se compone de naturaleza y personas. La primera se la
ignora, es un bien a explotar y la segunda, lleva el mismo camino. Por ello la
pregunta es donde quedamos como entes, como seres vivos. Sino plegarnos a los
designios de unas personas con unos intereses personales.
Todo sale muy bonito y
coordinado, cada asistente se lleva una prueba de lo que ha visto, mientras los
militares van a relajarse de la presión ejercida en la consecución de su
ejercicio. Unos aplausos serán su premio mientras el mando ha tomado nota de
alguna descoordinación en algún miembro para recriminárselo, ante sus
compañeros, para desvarolizar una vez más. Mientras el mando recibirá más
felicitaciones.
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