jueves, 25 de agosto de 2016

VEINTE VECES MAS PEQUEÑO




Una vez, a un hombre se le redujo, en un laboratorio hasta un tamaño veinte veces inferior al normal. Se quería ver el comportamiento de los seres humanos en situaciones diferentes. La elección del individua era fácil, alguien que nadie notara su perdida y por tanto sin reclamaciones ante un experimento tan poco ético. El elegido fue Juan, como no. Un hombre que con el paso del tiempo ha perdido todo cuanto poseía tanto material como emocionalmente, se refugio en el alcohol, con una desesperanza mayor. Ante el ofrecimiento de dos personas del experimente por una cifra de dinero deslumbrante no lo piensa, no tiene nada que perder. No se le explica en que consiste pues es un don nadie. Solo el dinero le produce un futuro sin estrechuras y hasta con casa propia, como antes de empezar sus problemas.
Los experimentadores no tienen ninguna intención de pagarle nada y apenas saben de resultados. Se trata de experimentar y si falla se busca otro sujeto que ocupe el lugar de Juan y la vida sigue. Las conciencias se perdieron tras una esquina, solo el crear una nueva civilización con requerimientos veinte veces inferiores es un objetivo a tener en cuenta.
Ponen en marcha el proyecto y Juan abandona este mundo. Una disolución química hace desaparecer el cadáver y hay que buscar uno persona nueva. Objetivo fácil, ahora es Manuel. Se ajustan los equipos para no volver a fallar, se le promete lo mismo y acepta.
Errores mínimos, hacen que Manuel fallezca también y su cuerpo y pertenencias desaparezcan.

El laboratorio sigue con los mismos objetivos y principios. Detrás hay empresas que han aportado mucho dinero. Puede ser la salvación de la especie humana. Material de experimentación también es sencillo a cuenta de nada. El proyecto del ochenta menos, sigue adelante.    

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