miércoles, 17 de agosto de 2016

UNA PRUEBA DE JUAN




Según camina por un territorio, hostil casi desértico, le vienen a su cabeza, ideas de volverse y dejar la experiencia que ha iniciado el día de ayer. Juan quiso sentir el silencio y la carencia, dentro de lo poco que acumula en su mochila, solo sabe la dirección que tiene que tomar y estar durante tres días en un paisaje no acostumbrado a una persona de un medio urbano. Cuenta con agua que tiene que racionar, comida y un saco de dormir. Cada paso eleva una pequeña nube de polvo. Las pequeñas plantas alrededor están teñidas del polvo circundante y solo se distingue algún árbol, que no sobrepasa el metro de altura.
Juan ha decidido a probarse a si mismo en unas condiciones duras para saber como responde su organismo y su mente ante este desafió.
Lo primero que se le presenta son las dudas si será capaz de superarlo, para pasar a los miedos que le asustan y llevan su mente a abandonar y volver a su territorio conocido.
Hoy es un día con aire con lo cual busca refugio entre la orografía y espera la finalización, evitando que sus ojos se resientan.
Sus oídos se acoplan a los sonidos naturales y se hacen más finos, buscando unos que sean conocidos, pero el viento como un corazón, va azotando o soltando su fuerza, produciendo una vibración.
La piel siente la presión de la arenilla suelta, la boca se reseca.. En la oquedad del terreno guarda sus fuerzas, mientras en cielo se cubre de nubes.
Cada minuto se hace más fuerte sintiendo que va superando su prueba, venciendo a pensamientos recurrentes de abandono.

Juan se encuentra a gusto de todo lo que le rodea, incluso disfruta del pequeño cactus que esta a su lado. Acariciando sus espinas con gran delicadeza.

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