lunes, 22 de agosto de 2016

FIESTA TAURINA




Siempre se piensa que el ser humano es el amo del mundo, por ello, los animales, vegetales y minerales esta bajo su poder. Pero los más sensibles son los animales por ello, nuestras frustraciones, malos días se pagan con ellos, total, son animales. El hombre cambia de ser racional a convertirse en todo lo contrario, sacando todo lo malo que en el se encuentra.
Pero todavía esto se convierte en un mal peor cuando se cambia al daño producido en los mismos de una manera colectiva, donde se cambia el miedo ante una embestida, me refiero al caso de los toros, a un triunfo el infligido a los mismos. El daño es tan desproporcionado que produce efervescencias de valor, pasando del miedo, a una vez superado este, al desprecio al animal y al regodeo que significa la muerte. No es un orgullo que se produce para satisfacer el instinto de la comida sino la agrupación colectiva para el sufrimiento de un animal, con la consiguiente respuesta de diversión y de hasta valor, por haberse enfrentado a él.
Cuando nos unimos a la masa, nos convertimos en ella, una consistencia amorfa de comportamiento anormal. Al ser espectadores nos convertimos en parte de ese colectivo de irracionalidad, somos parte del murmullo.

Una vez finalizado el festejo, la satisfacción de las burradas y hasta la muerte producida en el animal, llevan a un estado de euforia, porque se ha producido colectivamente. Si muchos lo hacen tiene que estar bien. La sociedad no se equivoca, somos los otros, los inadaptados, los que nos salimos de la norma, por ello estamos equivocados. Pero cuando otros paises se unen a afear la conducta, nos refugiamos en que son nuestros valores y por ello no los vamos a perder, es nuestra historia, aunque sea  asesinatos y torturas  

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