viernes, 19 de agosto de 2016

LA INTOLERANCIA DE ANA




Ana es una mujer bastante intolerante, tiene sus ideas muy claras y todo aquello que no entra en sus esquemas mentales, lo rechaza y hasta produce un sarpullido. Por ello evita sitios y situaciones en las que pueda sentirse mal.
Sin darse cuenta ha ido colocando un montón de fronteras que la limitan y, por supuesto, la aíslan cada vez más.
Empezó a sentirse mal con algunos alimentos pero siguió con las relaciones con conocidos.
Ella se siente con una necesidad social, pero siente un rechazo por otras personas, como si la ignoraran. Lo cual le produce una sensación de angustia como la que puede sentir un niño al que nadie le habla e ignoran que esta allí.
Ana quiere que esto no ocurra pero no se da cuenta la cantidad de barreras que va colocando en su vida. A efectos de otras personas la ven como si tuviera un saco puesto por encima de ella, la ven como un bulto. Al fin y al cabo somos lo que proyectamos, y nosotros recogemos lo que sembramos. El mundo exterior solo recibe lo que nosotros mandamos de nosotros.
Ana no consigue entender estas cosas por ello sigue más aferrada a sus principios y como consecuencia, cada vez se encuentra peor. Física y mentalmente, los sarpullidos cada vez aparecen con más frecuencia, las digestiones son lentas y un picor de rechazo a todo y a todos, son las consecuencias, que va sufriendo en su cuerpo de su manera de entender la vida.

Solo hablando en un banco de un parque con una mujer mayor entendio las claves para intentar hacerlo de otra manera, las palabras le llegaron como un rayo de luz en la penumbra que había convertido su forma de ser, en una autentica cueva, llena de estalactitas y purulencias fétidas.

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