viernes, 5 de agosto de 2016

LA BICICLETA PLEGLABLE




Juan observo que su físico iba aumentando en curvas y dijo que hay que hacer algo de ejercicio, por ello elige comprar una bicicleta plegable. Piensa que es la manera de romper el anquilosamiento que tiene a nivel muscular y articular.
Hoy coge su flamante vehículo y toma el metro para ir a un parque donde poder dar las primeras pedaladas sin miedo.
Se siente extraño transportando su artilugio a través de andenes y pasillos. Por fin llega a la estación de destino. Entra en el parque y coloca su maquina en posición de dar las primeras pedaladas. Aprendió hace muchos años pero, en teoría, no se olvida el conducir.
Las primeras pedaladas son dubitativas y las eses parecen que son la forma de la trayectoria normal en su caso. Empieza a pensar si la compra ha sido una buena idea. Comienzan a salir sus temores, en cuanto a su decisión.
Precisamente salen las dudas en una maquina inestable como es un biciclo, que tienes que mantener el equilibrio y eso se consigue con seguridad, una de las cosas que carece Juan.

De nuevo retoma el camino asfaltado y la trayectoria es menos curvilínea y hasta se observa alguna recta. Juan va tomando confianza hasta que alcanza la primera subida, aquello parece un puerto de montaña de categoría especial. Siente el agarrotamiento y el fuelle de sus pulmones no da más de si.  A mitad de recorrido baja y empuja hasta el final. Con un objetivo, una vez arriba se deslizara sin esfuerzo hasta abajo. Ha puesto una prueba motivadora. Según va descendiendo siente el aire en la cara que desplaza a las gotas de sudor. Siente la seguridad en sus brazos y el halago producido por el aire en su cuerpo y nota como se refrigera. Buena señal, encontrada.

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