Curiosamente,
la puerta del piso de Juan sonó, sin haber pasado por el filtro del portero automático
del portal. Esta fregando los utensilios de la comida, extrañado coge un trapo
para secarse las manos y acude a abrir la puerta.
Una
chica joven con una carpeta, le da las gracias por abrir la puerta y le informa
de su trabajo, se trata de una encuesta que se va realizando a todos los
vecinos de ese barrio. Juan la invita a pasar y se dirigen a la mesa, donde
había estado comiendo, hacia veinte minutos.
Le
muestra las credenciales de la empresa elaboradora. Pero Juan lee la palabra “Cristina”.
Enseguida la llama por su nombre y él se identifica con el suyo. La primera pregunta la hace Juan. Me
imagino que te encontraras con muchas puertas cerradas o que no quieren
colaborar. Cristina sonríe y le contesta, muchísimas, la gente no suele
colaborar sino hay un incentivo económico, entonces te invitan hasta con café.
Las encuestan muestran una opinión de la gente, siempre que no sean muy
pesadas, sino la gente desconecta y te responde cualquier cosa sin sentido.
Recuerdo una que era para seis empresas, querían saber de la opinión pública
hacia ellas. Y fue un auténtico desastre, las personas contestaban con
referencia a la primer empresa, luego repetían lo mismo, se les notaba cansados
y como no había incentivo económico, la mayoría de respuestas se iban a no sabe
no contesta.
Con
la encuesta actual, sin bonificación, las personas no se muestran útiles por
colaborar, se me está haciendo difícil y no voy a lograr los objetivos marcados
para tener la bonificación automática.
Cristina
no te preocupes porque en la asociación que pertenezco, es de este barrio les pediré que colaboren
contigo. Será más fácil llegar a tus objetivos.
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