miércoles, 20 de abril de 2016

LA CODICIA






La codicia, es una de las dependencias que exige la sociedad del consumo, sin su presencia, quedaría desmantelado el sistema que lo sustenta. Tenemos una gran necesidad de poseer, de tener, casi para cualquier cosa, para al rato, una vez obtenido, se desecha y vuelta a empezar un nuevo ciclo. Comienza con la ropa, donde el sexo femenino lo convierte en punta de lanza para seguir con una alimentación. Todo tiene un uso efímero, donde el gusto de tenerlo termina cuando llega a las manos.
El objetivo es mostrar las cosas como un objeto de deseo, como siempre el deseo es efímero, por ello se crea otra nueva necesidad, para que cuantas más cosas poseamos mayor posición tenemos frente a los demás, La misma palabra “frente” nos hace ver el problema que tenemos.
No juntamos, separamos, para sentirnos más libres, pero al soltar amarras nos envolvemos con cadenas. Cada vez más pesadas, rígidas y sonoras, en su sentido de pesadez.
La casilla de salida vuelve a aparecer pero con el ánimo más cansado, si, por alguna razón, no hemos logrado tener eso que deseamos. Empezamos con más ganas en poseer el nuevo artículo. Da igual que sea material o sentimental, todo se convierte en objeto de deseo.
La voracidad de consumo es tan alta, dejamos de ser seres lógicos a seres posesivos. Donde el agua no calma la sed, por haber dejado de ser una necesidad material y convertirse en una necesidad anímica, donde la cabeza esconde en los recovecos de nuestro cerebro o corazón o intestino, que también tienen la misma frecuencia para generar nuestros pensamientos.
 Si nos fijamos las vueltas del intestino y las del cerebro, poseen tantas vueltas, en alguna de ellas se puede esconder nuestra razonamiento; en teoría era algo que nos diferenciaba de los animales.

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