jueves, 28 de abril de 2016

LA CASA COLONIAL






La casa está rodeada de una valla se ladrillo y hierro forjado. Parece un corralito, pero con enredaderas a todo lo largo de la misma para formar una pantalla que impida miradas exteriores.
El clima norteño hace que tenga unas praderas del mismo color todo el año. Una fila de manzanos acompaña al camino asfaltado que lleva a la casa. Cuatro personas ocupan la misma más una pareja que desempeña las funciones de mantenimiento de la misma. El estilo colonial es el que forma la casona de dos plantas y los áticos representados por sendas torretas, coronadas por dos veletas, coronadas por un gallo.
La mujer preside una empresa de metalurgia y el marido trabaja para una empresa afín al grupo anterior. Los hijos estudian en la capital, transportados por el jardinero, mecánico, mantenimiento, de origen sudamericano. Ellos viven en un prefabricado de madera en una esquina al fondo con una pantalla vegetal al fondo que la hace pasar desapercibida. Detrás de la fachada principal hay un garaje subterraneo, donde se alojan los coches de la familia y la furgoneta de servicio. Uno de los coches es con el que Juan, que es quien desarrolla las tareas auxiliares, lleva a los niños al colegio. María, es su mujer, tremendamente sumisa y agradecida por darle trabajo y alojamiento, marca un ritmo alegre, por su simpatía.
Una fusión con otra empresa hace que se produzcan cambios, la dueña pierde su trabajo y comienzan los racionamientos económicos. Se lo comentan a sus trabajadores domésticos y les dicen que tienen que prescindir de sus servicios.
Juan y María proponen seguir trabajando sin salario. Pero la familia entra en agobio de no poder seguir con la vida que llevan. Ponen su casa en venta, pero no reciben ninguna oferta. No saben cómo van a seguir.

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