En
un mundo raro se encuentran cosas raras, así va pensando hacía el
lugar del delito, su objetivo es un empresario que fue su jefe
durante varios años.
Juan
va más preocupado en como arruino su vida que en como salir de allí.
La policía siempre encuentra pistas para lograr la detención.
Desde
hace dos años con su despido y su humillación es un problema
larvado y tras pensar como lo va a llevar a cabo, no le importa que
den con él, de alguna manera será una liberación y ganara en un
prestigio por los medios de comunicación. Su autoestima subirá, por
ello no elabora demasiadas coartadas.
Sabe
donde vive. Es sábado tiene rutinas, una es ir con un amigo a jugar
al tenis a unas pistas cercanas a las diez de la mañana. Esperara
detrás de unos árboles y disparara la pistola adquirida en el lado
oscuro. La mayoría de personas de la urbanización aprovechan para
dormir.
Dos
detonaciones retiran la tranquilidad, una a corta distancia y la otra
para terminar con la vida de su problema. No corre, pero sale
deprisa. Quiere que el acto cree una intranquilidad en sus vecinos y
los periodistas, estos ávidos de carnaza llenaran sus columnas y en
la televisión se fijaran los tiempos de intranquilidad en que se
vive.
Su
plan ha funcionado, sabe que algún curioso abre abierto su persiana
y habrá descubierto su presencia.
Es
un tiempo de consulta y de búsqueda. En la empresa dan referencias
de un trabajador despedido y sus amenazas de muerte, nunca llevadas a
cabo.
El
puzzle se va completando y la orden de detención llega al cuarto
día. Las noticias tardan pronto de la detención del sospechoso.
Juan no ofrece resistencia y facilita la localización del arma
homicida. Misión cumplida en todos aspectos.
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