Juan
olvida, el dicho relativo a: “cuando uno se esconde aparecen mil
ojos”. Hace unos días realizo un atraco en un pequeño
supermercado. No quería hacerse rico pero si obtener el dinero
suficiente para poder afrontar el mes.
El
comercio esta situado en un barrio residencial, allí no vive nadie
todo el día, solo es lugar para después de trabajar e ir a dormir,
las últimas horas son las de más venta, son las referentes a los
olvidos.
Juan
descubrió lo fácil de asaltarle y sobre todo a la hora de cerrar,
cuando más recaudación puede tener.
Un
coche robado y una pistola son sus únicos requisitos y echarle
huevos, para no torcer las cosas. Previendo la poca recaudación coje
una bolsa para meter las botellas de whisky y bebidas caras.
Solo
a Juan se le puede ocurrir ir a hacer la compra a un lugar donde se
atraca. Pero pensando sobre la recaudación, tomar un plus seria
mejor.
Eran
las diez menos cuarto aparca enfrente del comercio y deja el motor
encendido. Observo que no había clientes y fue a realizar su
trabajo.
Se
coloco un pasamontañas y fue hacia la caja donde una chica miraba el
ordenador. Pidió el dinero y genero un nerviosismo fingido, mientras
descubre una cámara no localizada. La inutiliza, pide la cinta de
grabación. La muchacha le da el disco de grabación, y abre la caja,
no hay ni cien euros. Le pide las botellas de alcohol, el ordenador y
dos cartones de tabaco. Con el peso en la bolsa y el consiguiente
ruido sale a la calle, justo cuando pasa otro vehículo. Con testigos
y numero de matricula es más fácil localizar. Es invierno no ahí
mucha circulación. Una patrulla observa la bolsa llena y sospechan.
Juan nervioso y balbuceante. Entrega la compra.
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