martes, 20 de marzo de 2018

EL VENDEDOR AMBULANTE




Juan tomó unos cuantos de sus libros y salió de casa.
En una avenida un hombre coloca un hule en el suelo y pone una serie de libros. con un cartel escrito en un cartón con rotulador negro la inscripción: “Libros a un euro o la voluntad”. Una maleta con ruedas le sirve de silla donde poder ver el paso de los viandantes y esperar que alguno se interese por los libros ofrecidos en su librería.
Solo cuando hay lluvia se interrumpe su venta. De esa manera consigue reunir el dinero suficiente para sobrevivir. Su imagen resulta habitual, como la farola o el banco, donde un día inicio su trabajo, hasta que unos ancianos le increparon por usurpar un espacio público, para ellos. Cambio por la acera, donde no se molesta el paso de peatones.
Los libros van cambiando pues entre adquisiciones y donaciones. Tiene que elegir y dejar en casa, junto al armario de su habitación, el genero.
Juan llegó donde Andrés expone los libros. Le saluda y le hace entrega de la bolsa. Su cara se llena de agradecimiento.
Pero hoy no es un día normal, un vecino le ofrece su furgoneta hasta final de año que la dará de baja para guardar sus libros y no tener que estar cada día trasportando la mercancía.
De momento no tiene problemas con la policía municipal, no molesta el paso de los transeúntes. Lo que empezó como una idea fue creando cuerpo.
Juan le acompaña por las tardes después de su jornada de trabajo. Esa amistad ha crecido con el conocimiento de otra gente del barrio, que hasta le prestan un local vació para acumular sus libros.
Otra tienda les ofrece unas estanterías y ordenan todo el material. Parece todo rodado para que Andrés logre un pequeño sueldo digno diario.

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