Juan
recibe un anuncio: “la oportunidad para cambiar su vida”. Luego
se va completando la información. Se trata de vender un producto por
setenta euros. La venta es compatible con cualquier trabajo. Explica
lo exitoso del producto, imprescindible para nuestra vida diaria.
Al
leerlo, se plantea hacerlo él. ¿a quien no le viene bien un plus de
dinero?
Se
inscribe en una llamada telefónica.
Le
citan para dentro de tres días. Es un edificio de oficinas, la sala
para veinte personas. Un hombre trajeado con pañuelo en el bolsillo,
sobresaliendo, da un toque nostálgico.
La
charla tiene cierto parecido a las personas que vendían de pueblo en
pueblo productos, pero apoyados con los sistemas informáticos. El
producto aparece en forma de flash en varias escenas pero escaso
tiempo.
La
mayor parte del tiempo es mostrar la cantidad de dinero que se puede
ganar, cuando uno se hace distribuidor.
El
turno de preguntas también gira en torno a él. El producto es lo de
menos sino como llegar a ganar más dinero. A la hora termina la
presentación y deja una lista para apuntarse y comenzar el negocio
cuando quieran.
No
es un producto que descapitalice a nadie, pero si es una cantidad
importante. Por supuesto el negocio es redondo pues se capta a los
amigos y los familiares de los vendedores, contra más personas
trabajen para ellos más ventas tienen. Lastima que el negocio se
trunque cuando no queden familiares y amigos para vender el producto.
Pero la avaricia aparece en tanta gente que es fácil engañar o
vender.
Juan
regresa a casa y comienza su cuento de la lechera, donde se obtiene
tanto dinero que es mejor no parar. Parece como si ese vendedor
antiguo hubiera calado en cada tanda de posibles clientes.
Juan
cuenta su comisión, hacía infinito.
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