“Da
igual” es una frase atribuida a Juan. Utilizada con mucha
frecuencia, produce una manera de pensar de él.
Sus
amigos saben que es su seña de identidad, el carnet de su
presentación. Saben que no es el compromiso por nada. Resumen de su
vida.
En
el fondo una continua duda subyace en su respuesta. La poca valentía
por afrontar las cosas, con un miedo a equivocarse.
La
anécdota más curiosa la represento este lunes cuando fue a comer a
un restaurante, había un plato del día con tres primeros y tres
segundos. El camarero se lo dijo de viva voz. La respuesta fue “da
igual”, el camarero respondió a mi si que me da igual traer una
cosa u otra. Contestó lo primero que tenga a mano, a pesar que el
pescado ofrecido no era de su gusto. Pero se reafirmó en su
respuesta. El camarero volvió a la cocina y anotó lo que le vino en
gana. Por supuesto el segundo quedó entero en el plato.
El
camarero le dijo no le gustó. La verdad es que no tengo mucho hambre
pero terminó con la barra de pan y el postre, solo se ofreció uno o
taza de café.
Soló
Juan entendió que tiene que implicarse más con sus decisiones, tomó
conciencia de no tomar decisiones, le podía traer conflictos no
deseados.
Habló
con sus amigos para como arreglar el conflicto interno. La respuesta
fue unánime, “no tener miedo a equivocarse” esa es la clave.
Juan
había escuchado muchas veces ese argumento pero hoy comienza a tener
sentido tras la comida en el restaurante. Comenzó a analizar la
cantidad de veces que decía su coletilla en forma de frase,
definitoria. Y se asustó de lo informado por mucha gente y obviado
en su cerebro. La semilla germina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gracias por participar en este blog.