Durante
un tiempo, Juan siente haber alimentado un ogro interior. Ese
monstruo ha ido creciendo sin sentir. Su cabeza llena de algo no
querido, pero se instalo y comienza a tener una autonomía, no
deseada.
Juan
cree que ha abierto las puertas de la locura, donde deja de tener
control sobre sus actos y comienza a realizar algunos no queridos.
Quiere buscar en su interior el momento en que traspaso la misma.
Pero solo llega al día cuando la avaricia le lleno y se dejó
llevar. A partir de ahí, sucesos imprevistos comienzan a cambiar y
su ética va rodando por unas escaleras abajo sin control ninguno.
Busca
ayuda en psicólogos y seudocientíficos. Pero no encuentra la
liberación del bicho interior.
Su
manera de pensar va cambiando momento a momento. En esa lucha
interior se siente derrotado. El color que visualiza es monocromo:
negro.
Al
no encontrar solución decide suicidarse.
Un
puente será el lugar ideal para llevarlo a cabo. La altura es
considerable y en la base unas rocas aseguradoras de su objetivo.
Escribe en una carta los motivos de su acción y su impotencia para
gestionar su cabeza. Con paso firme va a su objetivo. Sube su pierna
para pasar el escalón del pretil y siente el aire fresco aumentado
por una racha de viento. Cerca un paseante observa a Juan, apresura
sus pasos y cuando está junto a él. Dice
-Todo
tiene solución no merece la pena eliminarse.
-Es
fácil decir, yo no la he encontrado.
-Pero
no quiere decir que no exista.
-Tengo
la decisión tomada.
-Por
lo menos déjeme unos minutos hablar con usted, luego si quiere toma
su decisión.
Juan
baja sus piernas y se echa a llorar, se abraza al interlocutor y
caminan hacía un parque. Según va hablando va comprendiendo su
historia.
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