Juan tiene una colección de
monedas, empezó desde muy pequeño y de la primera caja, de puros, hoy tiene
unas cincuenta. No las ordena simplemente, de vez en cuando, las revisa. Pero
no pasa mucho tiempo con ellas. Adquirió un hábito y lo ha seguido manteniendo
a lo largo de este tiempo. En principio, pensó, que era una manera de ahorrar.
Hoy simplemente recoge las nuevas emisiones que caen en sus manos y las coloca
en la caja correspondiente.
Pero hoy ha decidido desprenderse
de ellas, elige las de curso legal e ira al banco a cambiarlas. Las otras, ofrecerá
a coleccionistas interesados en ellas.
Unas notas de nostalgia aparecen
cuando va a cambiarlas, pero no quiere seguir acumulando cajas sin sentido. Pues
no las agrupa, por partidas, como haría un numismático. Sino dormir en el interior de una caja.
El hecho de hacerlo, ya
representa un cambio de actitud. La capacidad de hacerlo ha supuesto una
liberación en su manera de ser. Pero no quiere quedarse, solo en las monedas. Más
hábitos serán los siguientes.
Juan tiene cuarenta y cinco años.
No ha habido ningún trauma pero quiere que el resto de su vida sea diferente.
Por supuesto que al deshacerse de
ellas no ha visto un incremente de patrimonio, pero si el haber dejado un
espacio, ocupado por cajas, para dejar otras cosas. Esa es la sensación que le
ha dejado el paso tomado, y espera que no se quede en eso, sino en una
caminata, tan larga o tan corta como el resto de su vida.
Juan siente esa liberación como
un estimulo importante en su vida. Parece mentira como reacciones tan simples,
puedan producir sensaciones tan fuertes y en eso está. Ese descubrimiento que
le hace ser más libre. Más abierto con otra forma de ser.
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