lunes, 17 de abril de 2017

LA SONRISA EN LA BOCA






Juan decide, un día, cambiar su cara sería, de circunstancias para poner una sonrisa en su boca. Lo había leído en algún sitio y quiere poner en práctica el tratamiento.
Es por la mañana, temprano, baja las escaleras del bloque donde vive. No hay nadie, toma las escaleras pero puso la sonrisa en su cara nada más salir.
Nada más salir noto el frescor de la mañana, pero su cuerpo recuerda el frescor del agua en su cara, cuando se levanta y se despereza, saliendo de su otra realidad. Va pensando en cuantas realidades existen. Mientras se cruza con personas que reciben su sonrisa, pero desvían su mirada, hacía el frente o a las baldosas del suelo.
Juan se da cuenta que pasa desapercibido, como la farola, el semáforo o el coche aparcado, pero también sabe que su sonrisa no pasa desapercibida en un mundo gris, es una nota de color con una fuerza de cambio, aunque no se la de importancia. Es como si donara una semilla a cada persona que pasa cerca de él. Con resultado no inminente pero si creador. Esa misma base no genera una planta de un minuto para otro, sin embargo va produciendo circunstancias para que sintamos el mundo como algo no monocorde, lleno de otra manera de ver las cosas, es una revolución, no tiene que ser una imposición por las armas o la fuerza lo que lo genera, sino del sentido de otro mundo es posible.
Juan ha bebido de estas fuentes por lo tanto va siendo una más. Imprescindible para cambiar la aridez del paisaje. La tierra siempre ha sido fértil, los cauces de las aguas los hemos modificado nosotros, piensa Juan, con resultado devastador, para hacerlo han de sembrarse las últimas plantas para ir logrando las condiciones optimas, del Eden.

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