miércoles, 19 de abril de 2017

PARA JUZGAR A ALGUIEN HAY QUE CALZARSE SUS ZAPATOS






Juan lee en un libro que para poder juzgar a una persona había que calzarse sus zapatos. Todo un símbolo de una trayectoria por la vida de cada individuo, solamente así se puede dar un veredicto sobre la el recorrido de esa persona.
Juan reflexiona sobre esto y comprende, la ligereza con la cual hacemos esta acción cada día. Sin saber a penas nada de esa persona. Lógicamente si sentenciamos a ese ser, nosotros estamos muy por encima de él. Lo cual nos da cierta seguridad y estatus ante nosotros mismos.
Al pensar sobre ello, Juan, descubre un poco los juegos que nosotros mismos realizamos. Como podemos cambiar realidades y como entramos en mundos desconocidos con resultados muy diversos.
Esos simples o sofisticados zapatos nos llevan por sitios muy diferentes donde vamos construyendo nuestra manera de ser, desde las trastiendas hasta las propias tiendas, desde los sótanos a los salones. Los zapatos como símbolo de las diferentes fases de nuestras vidas.
Nuestro caminar, nuestras dudas, nuestros miedos. Ese calzado que va imprimiendo sobre el material el peso de nuestro cuerpo, la pisada, el calor y el frió acumulado, en fin como un símbolo. Juan observa los suyos de color marrón y aunque utilice varios, el significado es el mismo.
Se podrá tener cien pares o dos, Juan sabe que el número es lo de menos. Lo curioso es la reflexión de las acciones realizadas a lo largo del día con un significado ignorado, pero formador de nuestra manera de ser y la de ocupar dentro de la sociedad, Juan va aprendiendo día a día, todas esas cosas ignoradas, como una normalidad, productora de nuevas escenas o de la misma agrandada. Según nuestros requerimientos.
El libro queda sobre la mesa, pero la idea cultiva su mente, en un pensamiento compresivo general.

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