Juan crea un espacio en un local
que habilito con dos zonas diferenciadas, una primera con la recepción y los
servicios y una segunda con un cartel que pone “el espacio del tiempo” dividida
en tres salas. En una con un cartel de pasado, presente la segunda y por fin,
futuro, la tercera. Con un sofá en el centro y diferentes colores, y la sola compañía
de una silla.
El espacio del tiempo lo ideo
Juan, viendo la necesidad de ayuda a todas las personas que lo quieren. Cada
sala cuenta con un reductor de intensidad de luz y un pequeño altavoz donde
cada persona elige la música que quiere oír. Una pequeña mesita acoge una caja
de pañuelos de papel. No hay cuadros ni detalles decorativos que pudieran
desviar la atención.
Juan contrato a una amiga para
llevar las tareas administrativas. Su “espacio” consiste en llevar a cada
persona a un tiempo, donde esta marcando su realidad actual. Y mediante el
transporte del pensamiento a momentos concretos, dotarle mediante una música
envolvente, elegida por cada asistente. Llegarle a dotar de las herramientas
suficientes para vencer cada situación.
La curiosidad llamo al timbre de
acceso, de muchas personas. Donde Ana
explica de la forma más concisa y llana el objetivo de la terapia. La sesión
consta de noventa minutos.
La voz fue corriendo pero los
primeros diez días fueron de brazos cruzados, hasta que en onceavo día apareció
el primer cliente. Sabían que era importante este momento como los vendedores
en los bazares orientales, con un pensamiento que el primer cliente es el que
trae suerte para el resto del día.
Juan y Ana se preguntaron sino se
habían equivocado, las dudas y los miedos surgieron, pero se disipaban con el
optimismo de ver entrar a nuevas personas, para informarse.
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