Siempre quiere tener la razón, eso le da un equilibrio que
de otra manera no puede conseguirlo, Si el consigue convencer que su posición
de razonamiento es la correcta, entonces se encuentra bien.
Pero no siempre se puede acertar,
y menos cuando hay temas no controlados, pues hay puede entrar la duda, cosa
para Juan, no posibles. Quizás el mostrar ignorancia pueda significar
debilidad. Ante todo es una persona integra, con todo lo que ello significa.
Esa inflexibilidad hace de muchos
amigos la separación, ante esa postura. No es consciente de su posición social.
Pero para él, es un estandarte para estar orgulloso y poderlo lucir.
La espalda le ha empezado a pasar
factura, en concreto el cuello. Los dolores impiden una vida normal y si
condicionada a cremas y manos masajeadoras.
Curiosamente las manos tratan de
devolver la verticalidad a esa desviación a quien cree tenerla en su mente.
Las vacaciones de Juan se
proyectan hacía balnearios donde poder encontrar el equilibrio perdido es su
espalda, con la esperanza de que agua y manos logren el efecto placentero, ausente
ahora.
Consigue encontrar todo lo que
esta mal a su alrededor, con una lógica incuestionable.
Un día, sentado en el banco de un
parque, se le acerca una anciana y le pregunta si tiene problemas en su cuello,
por ver los movimientos del mismo, con síntomas de dolor. Confiesa que hoy durmió
mal. Pero ella insiste que no es casual, pues seguramente lleva un tiempo con
problemas. Juan se siente molesto al ser descubierto y abandona el banco. No es
necesario que nadie le venga a dar consejos, para eso ya está él. La viejecita
saca un periodico doblado y comienza a hacer un crucigrama, sin prestar atención
hacía donde va su vecino de banco.
Juan se siente más molesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gracias por participar en este blog.