sábado, 15 de abril de 2017

SIEMPRE QUIERE TENER RAZÓN.






Siempre quiere tener la razón, eso le da un equilibrio que de otra manera no puede conseguirlo, Si el consigue convencer que su posición de razonamiento es la correcta, entonces se encuentra bien.
Pero no siempre se puede acertar, y menos cuando hay temas no controlados, pues hay puede entrar la duda, cosa para Juan, no posibles. Quizás el mostrar ignorancia pueda significar debilidad. Ante todo es una persona integra, con todo lo que ello significa.
Esa inflexibilidad hace de muchos amigos la separación, ante esa postura. No es consciente de su posición social. Pero para él, es un estandarte para estar orgulloso y poderlo lucir.
La espalda le ha empezado a pasar factura, en concreto el cuello. Los dolores impiden una vida normal y si condicionada a cremas y manos masajeadoras.
Curiosamente las manos tratan de devolver la verticalidad a esa desviación a quien cree tenerla en su mente.
Las vacaciones de Juan se proyectan hacía balnearios donde poder encontrar el equilibrio perdido es su espalda, con la esperanza de que agua y manos logren el efecto placentero, ausente ahora.
Consigue encontrar todo lo que esta mal a su alrededor, con una lógica incuestionable.
Un día, sentado en el banco de un parque, se le acerca una anciana y le pregunta si tiene problemas en su cuello, por ver los movimientos del mismo, con síntomas de dolor. Confiesa que hoy durmió mal. Pero ella insiste que no es casual, pues seguramente lleva un tiempo con problemas. Juan se siente molesto al ser descubierto y abandona el banco. No es necesario que nadie le venga a dar consejos, para eso ya está él. La viejecita saca un periodico doblado y comienza a hacer un crucigrama, sin prestar atención hacía donde va su vecino de banco.
Juan se siente más molesto.

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