martes, 18 de abril de 2017

LA ALQUIMÍA DEL PENSAMIENTO






Juan sale a pasear tras su jornada laboral, necesita cambiar de aires. No solo hablar del trabajo, con compañeros de lo mismo.
Cada vez inicia un camino diferente al anterior, el día esta nublado. Al llegar a una rotonda paran tres coches para iniciar una discusión, sobre quien tiene que ceder el paso. Las palabras suben de tono y se llega al insulto, antesala del confrontación. Dos se unen en contra del tercero en discordia.
Juan reflexiona sobre la importancia que tenemos en llevar la razón para poder descalificar a los otros. Comienza a aparecer los sinsentidos con golpes a la carrocería del infractor. Se arremolina gente para ver el espectáculo gratuito y sin tener que desplazarse a ningún sitio.
Juan prosigue su camino, le molesta es que aparezcan estás reacciones, con resultados demoledores.
Su camino ha sido modificado pues la idea del desencuentro, entre conductores, sigue en su cabeza, por ello no disfruta de su paseo. Regresando a casa se encuentra con un vecino, con el que suele charlar a menudo, y relata lo vivido hace una hora.
Juan ha estado viviendo la escena intentando encontrar la razón por la que nos movemos los seres humanos, ante diversas situaciones. No ha acabado de relatar cuando el vecino narra una similar hace una semana. Lo cual le lleva a pensar el tiempo que prolongamos algunos pensamientos con la carga emocional que ello conlleva.
Se despide y va hacía su casa, quiere tomar una ducha fría para cambiar la realidad y sentir como el agua lleva ciertos pensamientos al desagüe del plato de ducha.
Sentir como algo mental se transforma en algo físico y poder ser desprendido. Materializar un pensamiento para poder ser manipulado convenientemente. Realizar esa alquimia con un sentido purificador y por supuesto de auto dominio personal. Gran proyecto.

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