Antes
de crearse el edificio que esta enfrente de nuestra casa, refiere Juan,
teníamos unas grandes vistas sobre la ciudad, ahora es como una pared de
ladrillo que oculta la vista. La verdad es que es igual, luego han seguido
construyendo casas y el árbol, ya no permite ver el bosque. El edificio no
permite ver la ciudad. Curiosa similitud.
El
desarrollo de espacio para la vida, de los nuevos pobladores, en su búsqueda de
oportunidades, ha llevado a la masificación, con sus consecuencias de
anonimato, comenta Juan a su amigo José.
Si
es verdad que todos hemos buscado las opciones que representan la gran úrbe, es
más fácil encontrar algo aquí, comenta José.
El
problema surge, cuando entre tantas cosas te encuentras diluido y quedar
transformado en un espectro, de tu ser individual. Aunque vayamos cambiando,
siempre, Juan mira a su amigo en espera de una reafirmación de su posición.
Juan
va descubriendo las canas y las arrugas entorno a sus ojos, es entonces cuando descubre
su proceso de madurez, del que no quería ser consciente. Donde es una tontería aferrarse
a lo que tenía, porque nada es igual. Por mucho que se niegue a reconocer, una
vez más.
Me ha encantado la reflexión Gracias por ponerlo tan bonito
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