lunes, 16 de mayo de 2016

LA CEJA ROTA




Una vez más, se levanta de su silla y va a recoger, los platos y vasos de la mesa de comida. El resto de comensales, se entretiene cogiendo el teléfono y escribiendo mensajes de lectura automática.
Juan se encuentra, hoy cansado. Pero antepone su reposo a su obligación, por supuesto creada por él mismo.
Ninguno de sus hijos se levanta a ayudarle o a iniciar el lavado de los utensilios, Según se dirige a la cocina tropieza con la silla y el ruido, producido por la rotura del menaje, Juan se da contra el borde del armario y como consecuencia comienza a sangrar de la ceja. Ya por fin abandonan las tareas de su medio de comunicación y se levantan para ayudar al caído. Mientras unos recogen los rotos, dos se ocupan de llevarle al baño para empezar la limpieza de las heridas.
Juan no puede evitar la cara de cansado, con una cara llena de sangre. Tras contener la hemorragia. Juan decide tomar una ducha para quitar los restos de sangre coagulada. Al sentir los chorros de agua cayendo sobre su cuerpo, siente una liberación, de un peso que se cae. El vapor del agua termina de aportarle la temperatura necesaria, para encontrarse bien.
Va hacía su sillón y sigue con su fase relajatoria, toma el libro que ni comienza a leer, pues sus ojos se entornan para buscar el descanso. Los comensales ya se fueron en busca de sus obligaciones, a pesar de ser festivo, que cada uno ha contraído. Cuando un reloj indica la hora en punto, observa, las diez. Busca de nuevo el baño para dar paso a su habitación, donde seguirá con su recuperación física.

Hoy no preparara cena, mañana tampoco hara la comida. Algo ha cambiado en él, Será la herida o el cansancio.

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