Es
el momento de cambiar, lo que hasta ahora ha sido de una manera tiene que
modificarse a otra. Los modelos antiguos son insostenibles.
Así
ve Juan un documental sobre la vida en las urbes del planeta. Donde se plantaba
césped ahora tiene que ser huertos, para ayudar a la sostenibilidad de todo el
planeta. Esos huertos se basan en la colaboración de muchas personas
permitiendo una salida a los sin trabajo, jubilados.
Al
salir comienza a sentir la vida de otra manera pero según pasan los minutos,
las ideas incorporadas se van diluyendo para ser un espejismo en la vida
cotidiana. Las ideas de colaboración desinteresada, armonía entre vecinos, se convierte
en una utopía. Cree que esos proyectos son como ideas que se van quedando en la
cuneta de las carreteras de la vida.
Por
otro lado comprende que sin intentar las cosas, nada cambia, y por supuesto,
tenemos que empezar por uno mismo, no sentarse en el sillón a esperar que otro
u otros comiencen el viaje. Juan llama a su amiga Ana para explicarle lo que ha
visto y quiere compartir su pensamiento.
A
la tarde siguiente colocan unos carteles para la creación de un huerto urbano
en una plaza que solo es utilizada para recoger excrementos caninos. Se
juntaran a las seis de la tarde allí mismo.
Curiosamente unas cincuenta personas se dan
cita, muchos de ellos jóvenes, acuerdan pedir permiso al ayuntamiento para
poder realizar el proyecto. Necesitaran una caseta y material para lograr el
objetivo. Manera de lograrlo hacer una fiesta donde se pedirá dinero y a cambio
se darán bebidas y unas paellas, un grupo de música amenizara la comida y hasta
el baile.
Sin darse cuenta han logrado empezar un
movimiento, difícil de empezar. Y hasta un lugar de debate. Logran hacerlo.
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