Juan
se levanta temprano, siempre lo hace así, piensa que remolonear en la cama es
una pérdida de día.
Siempre
pensando en lo que se pierde, nunca en lo que se gana. La conciencia de Juan le
juega malas pasadas. Torturándole en pensamientos que no debería.
En
el pasado sufrió dos acontecimientos que han marcado su vida, siendo
determinantes a la hora de entender las cosas. La amargura se ha instalado en su mente y dirige su forma
de ser. Es difícil hacer cualquier acción sin que influya su pensamiento
pasado.
Juan
sale a pasear, junto al rio que pasa en su ciudad, y observa el tronco de los árboles
situados en su borde, casi todos tienen una característica en común, su tronco
se va pudriendo por dentro lo cual crea una oquedad, llena de podredumbre. Lo observa
pero no siente la similitud que ocurre en él. La estructura del árbol cambia de
una manera fundamental y la apariencia del mismo ya no es la misma, tendrá un
porte importante, pero ya no da la imagen de fortaleza. El hueco en su tronco
refleja la enfermedad, curiosamente el defecto está en casi todos y son de la
misma especie. Su vida será más o menos corta pero desde luego no longeva.
Curiosa
la teoría de que no ofende quien quiere, sino solo la persona a la que das tu
poder. Juan dio poder a esos dos actos y transformo su vida, con el pensamiento
negativo, se encuentra con unos resultados que él ha creado, es el autor de su
vida y sin embargo, piensa que son las circunstancias, las que transforman su forma de ser y recibir las
cosas. Siempre es mejor echar las culpas a los demás o los avatares de la vida,
que sentirse responsable de tu vida.
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