Una niña caribeña, va con su
madre, camino del colegio. En su camino se encuentra un carro de la compra, con
solo la estructura sin la bolsa que justifica su función. Como el mejor de los
juguetes lo toma de la mano y lo va arrastrando, figurando que lleva un
cochecito donde lleva al hermanito o a su muñeco preferido. Su madre se da
cuenta pero no la corrige y la deja llevárselo. Total cuando llegue al colegio tendrá
que dejarlo.
Su piel morena luce ante el tímido
sol matinal. Va llevando un dialogo en el que representa su actuación.
Su madre observa que siempre va
reticente a la escuela, pero hoy no. Va unos pasos retrasada pero va escuchando
a su pequeña.
Al llegar a la puerta de la
escuela, su madre le indica que deje el carrito junto a la papelera. La chica
le insiste con ojos llorosos que se lo quiere llevar consigo. Le explica que en
clase no dejan llevar juguetes y ella va al trabajo, tampoco puede ir con ella.
De una manera ágil, le dice que hablara con el portero para que se lo guarde hasta
la salida. La madre la deja, sabiendo que la respuesta será negativa.
La niña habla con el ordenanza y
acepta, ante los argumentos de la chiquilla. Manda un beso a su madre en un
gesto con la mano y se dirige donde están sus compañeros.
A la salida, lo primero es
buscar su juguete, que le entrega el portero. Asido del carrito busca a su
madre, que observa como hoy volverán tres a su casa, la pequeña, ella y la acción
de su hija. Que sigue donde dejó su último dialogo. Observa la cara de su hija
y es incapaz de pedirle que lo deje, así lo sube
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