El día se abre gris, el gris de los otoños o el de las
primaveras, que anteceden a los cambios. A esos que preceden al calor o al frió.
Juan ha dejado sus sabanas hace una hora y esta camino de su
taller, no esta lejos de su casa. Es un bajo con iluminación natural,
procedente de un patio con un jardín, lo que le hace olvidar que esta rodeado
de edificios.
Tiene cuarenta metros suficientes para almacenar, un
servicio con plato de ducha y un pequeño espacio para cocina. Un sofá que hace
las veces de cama, cuando el cansancio le vence o de refugio.
Se dedica a esculpir y modelar creaciones que endurece en su
horno. Pero lo que más le gusta es el trabajo con la madera, donde con gubias y
formones consigue sacar los relieves que expresen lo que quiere enseñar. Por
ello el polvo, es uno de los dominantes de la estancia. Sus limas y lijas, son
los responsables del mismo. Un torno, es el otro ayudante que le facilita el
mismo grosor en las piezas.
Las herramientas se acumulan en un banco de madera junto al ventanal que ilumina la estancia.
Las herramientas se acumulan en un banco de madera junto al ventanal que ilumina la estancia.
Tiene que ser respetuoso con los ruidos pues ya ha tenido
varias llamadas de atención por parte de vecinos que no soportan los mismos.
En realidad lo que no se soporta es que sea un espíritu
libre, existe una especie de celos por el que consigue lo que quiere sin el
trabajo rutinario, al que están abocados todos ellos, el carácter bohemio, le
da un aspecto de loco, precisamente por salirse de la normalidad. De sus manos
salen formas que expresan el sentimiento, que él lleva dentro.
La cerámica la ha utilizado más como bien de sustento económicamente,
para pagar mensualmente sus gastos.
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