Juan decide introducirse en la política, como siempre, un interés
social avalaba su decisión. Las personas necesitan defenderse de las
injusticias producidos por otras personas y la mejor manera es meterte en los círculos
de poder, ahí está la política. Donde se deciden tantas cosas por el bien común.
Esa necesidad filantrópica, por ayudar a los demás, calma
sus necesidades propias.
Lo primero es afiliarse al partido elegido, cosa que sucede
sin gran problema, “contra más seamos, mejores formas de conseguir las cosas”
con este dictado. Comienza a asistir a las reuniones de partido.
En estás comienza a ver que a todos les mueve el mismo
escudo, pero bajo él comienza a ver los intereses particulares, que todos hacen
movimientos para estar cercanos al poder, se llame secretaria o órgano de
decisión.
Emplea todo su tiempo libre en colaborar con las acciones de
su opción social.
Deja de tener relación con sus amigos porque ahora su tiempo
necesita tener otros amigos con un objetivo similar. Pero va descubriendo que
la bandera común es diferente, en la interpretación de todas las personas que
lo componen. Comienza a ver los intereses particulares y por ello comienza a
alejarse de los que no piensan como él, comienza a granjearse “enemigos”, ya
pasa de nuevos amigos a encontrar los que representan todo lo contrario.
El idealismo de mejorar la sociedad, comienza a diluirse y
solo une unos discursos repetidos una y otra vez, que se convierten en un dogma
y son los principios del sostenimiento del partido.
No se renuncia al lujo, “ellos están trabajando por el bien
de la sociedad” por ello deben ser recompensados de alguna manera.
Juan comienza a sentir esto en sus carnes hasta que entra en
contradicción de sus principios. Antes de que esto ocurra decide salir del
enjambre.
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