viernes, 20 de mayo de 2016

EL TRABAJO DE ANA




Ana sale de su oficina, tan frustrada como siempre. No realiza el trabajo que le gusta y menos como la dirigen. Con lo cual su carácter se va volviendo más agrio.
Desde las ocho de la mañana hasta las cinco ocupa su jornada laboral, solamente roto por las dos horas de comida, curiosamente come en el comedor habilitado, lo cual la obliga a estar muchas horas viviendo una situación, sentida como hostil.
Algún día, tras la comida, sale a dar un paseo por las inmediaciones y suele ir a un parque cercano, donde los árboles permiten una rotura del espacio que lo rodea. Un estanque, con su fuente, da el sonido que junto a los pájaros, intenta competir con el rugido de motores y las estridentes bocinas.
Ana se refugia allí y se suele sentar en un banco frente al agua. Hoy ha hecho lo mismo, pero hoy una mujer se ha sentado junto a ella. Saluda con un “buenas tardes” que es correspondido.
Me llamo Luisa, como tú vengo casi todas las tardes, a esta hora y te observo triste. Es verdad, la vida que llevo no me satisface, me llamo Ana.
Me imagino que trabajas por aquí, como yo.
Si en aquella calle, y aprovecho mi tiempo de comida para venir aquí.
Se que tendrás problemas personales pero no puedes hundirte.
Ya pero el trabajo no me satisface, me encuentro presionada en el mismo. Paso casi todo mi tiempo en esa oficina, ¿como quieres que me encuentre?
A pesar de todo, lo importante es como sientas tú las cosas. Siempre existen dos maneras de verlas. Pero como sientes, no es la correcta, toca intentar nuevas formas.

Empieza a sentir, que nadie es tu enemigo sino tu compañero de viaje, empieza por ahí y me cuentas mañana, tu experiencia.

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