Según va pasando el tiempo
sientes que entras en la zona sin retorno, donde eres un abuelo. Tu papel se
hace más pasivo, no solo tus movimientos se hacen más lentos. Descubres una
realidad que no te gustaba, por razones que van desde la inutilidad a la de la
molestia.
Observas a personas que están
como tu y sientes un alejamiento de ellas, como si tu estuvieras en otro plano,
la cabeza va por un sitio y tu cuerpo crea una realidad diferente.
Juan está en este entendimiento,
cuando habla con un amigo, mayor que él, y confirma el sentimiento de Juan. Creen
estar en otra realidad, la suya y la de los demás, solamente marcando las
diferencias te dan la fuerza de seguir en tu propia percepción.
Juan siente esto y le da fuerzas
para seguir con su pensamiento, aunque ese sentimiento de rareza, le
distorsiona en cierta medida.
La observación de Juan es la de
comparación y es donde surge el problema. Realmente tiene distorsionada la
realidad, yo y los otros. Esa característica que puede ser una cualidad de la
personalidad de cada uno. Entra en conflicto que puede provocar una duda sobre
el pensamiento personal de cada uno.
Juan está rebasando una línea
imaginaria, irreal, pero que existe en cada uno de nosotros, marcada
culturalmente o socialmente. Pero la va descubriendo según pasa una edad cronológica.
De pronto todo es diferente por
una acumulación de experiencias, con un resultado de cambio de realidad.
Juan ha traspasado una puerta,
sin ser consciente de ello. Pero los resultados los tiene en su manera de
pensar, de sentir y por supuesto, de ser.
Ha traspasado la puerta sin ser
consciente, pero los efectos si los esta recibiendo. Lo que le hace hacer un
nuevo planteamiento de las cosas. Como son.
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