viernes, 13 de enero de 2017

EL HOYO DE LA AVENTURA






Juan y Alberto son dos niños que están en el parque jugando. Juan le propone hacer un hoyo en busca de cosas escondidas, bajo la arena. Buscan dos palos para poder remover la tierra y comienzan su aventura. Juan va relatando tesoros escondidos por antiguos piratas. Alberto se siente cautivado y comienzan a hincar sus palos para poder ir excavando.
En un momento Alberto topa con algo duro que sus frágiles manos no pueden, Juan indica que hay que rodear sacando de los lados para poder levantar la piedra que puede ocultar cosas escondidas. Al ser más grande de lo pensado el hoyo aumenta de perímetro.
Mientras siguen minando siguen fabulando como si de una gran aventura se tratase. Por fin encuentran un extremo siguen hacía abajo para poder tirar de ella, es necesario aunar sus fuerzas para tirar de ella, como consecuencia los dos caen al suelo pero ya la han removido, solo es cuestión de retirar más arena y poder sacarla.
Juan advierte que hay como un plástico, ya sus ilusiones aumentan de valor, han dado con algo importante y solo ha sido en el primer sitio que han iniciado. Las pequeñas manos se mueven con rapidez para descubrir el secreto. Es una bolsa transparente pero teñida de color terreo, buscan el lado de apertura y descubren huesos. Son huesos de pollo. Pero su fabulación no se agota y siguen cavando en busca de algo más.
La llamada de sus madres, interrumpe su trabajo y una regañina por estar jugando con basura, tras descubrir su labor. Tienen que volver a casa e ir directamente a bañar.
Es como un jarro de agua fría. Juan se despide de Alberto y se citan para seguir mañana con sus hallazgos, menos mal las madres no saben del proyecto pactado entre ellos.

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