Juan y Alberto son dos niños que están
en el parque jugando. Juan le propone hacer un hoyo en busca de cosas
escondidas, bajo la arena. Buscan dos palos para poder remover la tierra y
comienzan su aventura. Juan va relatando tesoros escondidos por antiguos
piratas. Alberto se siente cautivado y comienzan a hincar sus palos para poder
ir excavando.
En un momento Alberto topa con
algo duro que sus frágiles manos no pueden, Juan indica que hay que rodear
sacando de los lados para poder levantar la piedra que puede ocultar cosas
escondidas. Al ser más grande de lo pensado el hoyo aumenta de perímetro.
Mientras siguen minando siguen
fabulando como si de una gran aventura se tratase. Por fin encuentran un
extremo siguen hacía abajo para poder tirar de ella, es necesario aunar sus
fuerzas para tirar de ella, como consecuencia los dos caen al suelo pero ya la
han removido, solo es cuestión de retirar más arena y poder sacarla.
Juan advierte que hay como un plástico,
ya sus ilusiones aumentan de valor, han dado con algo importante y solo ha sido
en el primer sitio que han iniciado. Las pequeñas manos se mueven con rapidez
para descubrir el secreto. Es una bolsa transparente pero teñida de color
terreo, buscan el lado de apertura y descubren huesos. Son huesos de pollo.
Pero su fabulación no se agota y siguen cavando en busca de algo más.
La llamada de sus madres,
interrumpe su trabajo y una regañina por estar jugando con basura, tras descubrir
su labor. Tienen que volver a casa e ir directamente a bañar.
Es como un jarro de agua fría. Juan
se despide de Alberto y se citan para seguir mañana con sus hallazgos, menos mal
las madres no saben del proyecto pactado entre ellos.
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