Alberto tiene una tienda de electrodomésticos,
monto su negocio hace ocho años, llego a tener tres empleados pero hoy solo
esta él, mañana y tarde. Incluso come allí.
Los cambios de compra han
cambiado, la gente prefiere pedir por Internet y conseguir unos precios más
bajos. Los gastos han agotado sus reservas y ha decidido cerrar. Oferta sus artículos
al cincuenta por ciento y curiosamente la tienda se empieza a llenar, empieza a
vender todo su género con la llamada del descuento. Ana su mujer tiene que
venir a ayudarle.
Los caza chollos llegan con la
intención de revenderlos y no tardan en hacerse con todas las piezas.
Alberto ha perdido mucho dinero
pero lo mejor es no perder más por ello, cuenta que dejara el local el próximo
mes, no puede afrontar más tiempo.
Se siente en cierta medida
fracasado y sin fuerzas para iniciar otra cosa. Ana esta preocupada, ella tiene
su trabajo y lograron pagar su casa. Evidentemente su tren de vida tiene que
cambiar.
En el escaparate solo queda un
exprimidor de naranjas. Entra un hombre que se interesa por este artículo. Le
propone poner un negocio de comida natural.
Alberto esta desanimado y le
confiesa que esta cansado de los negocios. Juan, que es su nombre, le dice si
ha tenido muchos. Alberto comenta que en realidad solo fue este, trabajaba en
un banco y con la renuncia monto el negocio.
Alberto llega a casa y se lo
comenta a Ana, que ve como solución a su bajonazo mental. Y le apoya, aunque en
el fondo no cree en ello. Sabe que no son negociantes, por ello han perdido
mucho dinero en despidos y el escaso éxito del mismo. Pero la salud mental es más
importante que el dinero, la ilusión es lo más importante.
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