Empezó con una maquina en un bar,
a echar monedas con tan buena fortuna que multiplico por cien su inversión. Ahí
comenzó su declive, al obtener un dinero fácil, es sencillo sentirse en una
persona con suerte. De allí fue a una casa de apuestas, con un resultado
desalentador, perdió todo lo que había ganado el día anterior. La solución
seguir para adelante por tanto tiene que recuperar el dinero invertido, la
emoción por ganar se pierde y se convierte en una obligación donde tiene que
seguir. De momento es como si todo el mundo desapareciese y solo existe
recuperar el dinero gastado. La razón de la lógica desaparece. Los golpes de
suerte desaparecen con la misma velocidad que aparecieron, el dinero es efímero
casi inmaterial, intentando comprar algo que se llama felicidad y sin embargo no
se puede poner precio a una sensación. Pensando que teniendo más cosas coges un
pedazo de esa sensación y sin embargo te encuentras lleno de muebles, en la
calle y no puedes guardarlos.
Se empieza a perder valor a las
cosas, todo te da igual y comienzas un viaje a ninguna parte, con lo que
conlleva a tu personalidad, esa pérdida de valor, no de materia, te hace ser
pluma, que es zarandeada por capricho del aire reinante, para terminar junto a
una alcantarilla y hasta, si llueve, terminar dentro de ella. Juan se siente de
esta manera, comenzando el descenso hacía el interior de la cloaca que todo lo
envuelve y normaliza.
Realmente fueron esas monedas las
causantes de su situación actual, o hay aspectos que le han llevado a esa
sensación de hundimiento. Las casualidades no existen, por ello, Juan, tiene
que releer su propia vida para encontrar cual es el motivo conductor a su
presente. Para superar la caída iniciada.
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