jueves, 6 de octubre de 2016

EL BANCO DONDE ESTÁ SENTADO JUAN




Juan observando,  a las personas que se cruza en la calle, encuentra un denominador común, todos tienen prisa y hay que ocupar ese periodo de tiempo en algo, la mejor manera encontrada es el uso del teléfono móvil.
Mediante él te pones en contacto con amigos o con cosas que tienes que hacer o solucionar.
Se pierde el sentido de contemplar lo que te rodea, porque, seguramente, lo tienes muy visto, pero desde luego no sentido. Así piensa Juan, que no solo son las personas en edad de trabajo, sino ancianos y chicos jóvenes.
Nos volvemos impacientes porque todo lo queremos aquí y ahora, ya. Este modelaje social nos hace perder el sentir personal. Y comenzamos la socialización en perjuicio de la individualización. Donde cada persona aporta su grano de arena a la sociedad, pero metidos en la vorágine de la prisa se desvirtúa.
La creación personal tiene prisa, por ello se convierte en una expresión rápida.
Mientras Juan observa, sentado en el banco de una calle el trayecto de las personas que pasan allí, llega a plantearse que es lo que se está haciendo mal o si, por el contrario sale de la manera social de concebir las cosas. Una cosa queda clara, los paseantes ninguno, si camina en solitario, lleva cara de felicidad, todo lo contrario, parecen con la misma careta de seriedad y de preocupación.

Juan se asusta de comprobar de estar en una sociedad enferma, donde él mismo, actúa de igual manera que el resto de personas que pasan por ahí. Y cree, que ha llegado el momento de actuar de otra manera, de llevar la cara sonriente, de disfrutar de los trayectos, en sus desplazamientos y ser consciente de la vida por donde pase. Los problemas serán los mismos pero nuestra disposición personal es diferente.

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