jueves, 13 de octubre de 2016

EL BASTÓN DETRÁS DE LA PUERTA




Juan toma el teléfono y comienza a marcar. Le han avisado han avisado de un pago imprevisto, tiene que hacer frente al día de hoy. De momento le surge un momento de bloqueo, pero, una vez recibido tiene que solucionarlo.
Como hoy no puede hacer frente con sus ahorros, tiene que solicitar ayuda entre sus amigos. La respuesta de cada uno de ellos no le llega para solucionar el asunto. Entonces recurre al último recurso, su familia.
Aquí escucha recriminaciones pero le ofrecen el dinero para afrontarlo. Juan se siente mal, por haber tomado está decisión pero es el volante para solucionar el imprevisto, pero solo ha tenido que dar más explicaciones. Por ello, le hace sentir mal. Pero solucionado toca dar las gracias a todos, hayan o no aportado sus ahorros. En tres meses podrá devolver el importe solicitado.
Sabe que no tiene que juzgar a quien no se lo ha podido aportar, y comprende la obligación familiar, pero al final, han sido quien ha aportado, la ayuda requerida.
También la seguridad que le han aportado a pesar de no tener un contacto demasiado cercano.

Recibe la llamada de un amigo para decirle que se había enterado que necesitaba dinero y él se lo ofrece. Juan le da las gracias y se siente agradecido por tener la gente conocida y la familia, que sin estar encima de él, puede contar con su ayuda económica o moral. Que todo el mundo quiere tener. Como el bastón que se encuentra detrás de la puerta de tu habitación, nunca le usas pero sabes que le tienes y un día con un mal paso recurres a él. La seguridad que te da el saber que allí se encuentra, aunque sea un trasto que no usas. Pero solo saber que está te da  tranquilidad.

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