viernes, 14 de octubre de 2016

LA ENCUESTA DE JUAN




Juan tiene que  hacer una encuesta a la salida de unos grandes almacenes. La pregunta es clara: “se encuentra mas contenta-o después de la compra realizada”.
Las respuestas son de lo más variado, desde quien afirma que era un cambio, hasta que es un regalo. Nadie justificaba si el motivo de la compra le hacía sentirse mejor. Por supuesto la mayoría tenía prisa y no podían contestar. Gente que parece ir sorteando obstáculos con el teléfono móvil en  la mano, como manifestando lo ocupados que están. Pero la encuesta se puede reducir, a lo que no se dice, pero que su tono corporal indica. Las palabras se las lleva el viento y por tanto que mas da, lo que se exprese.
Juan comprende que elaborar encuestas no dice como piensas las personas, sino una idea, estereotipada, del pensamiento general.
Es más fácil, ver las expresiones de la cara, para ver que el objetivo de satisfacer un deseo material, no aporta más felicidad. Sino una parte más del consumo generalizado.
Juan llega a la oficina para ofrecer  datos y su apreciación  personal. Que por supuesto es rebatida, con que se refiere a una apreciación particular. La empresa necesita datos para ofrecer números y tantos por ciento que es lo que se puede ofrecer a la sociedad, que reclama saber donde esta la normalidad. Curiosa manera de sentirse grupo y enfrentados a los que no piensan así.
Juan se plantea que su trabajo no vale para nada, entonces tiene que buscar uno en el que él, se encuentre a gusto.

Ser un facilitador de números no le hace sentir bien y menos es que se contesta cualquier cosa, para enfrentarse a una realidad que da miedo reconocer equivocada, ese planteamiento cuestionaría el sistema social y eso es filosofía, lejos del mundo.

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