Hortensia
es una mujer que vive en una de las zonas de la ciudad que se denomina casco
viejo, siguiendo las tradiciones, que lo es y mucho. Se embute en su uniforme
negro. Quedo viuda hace siete años, físicamente, aunque psicológicamente lleva
otros veinte. Al morir su marido debería haber sentido una liberación, pero
esto no fue así, tiene la vida ligada a su marido y ahora que no le tiene, debe
de sufrir por ello. A penas se relaciona con nadie, siendo esquiva cuando ve a
lo lejos un conocido, hace lo posible por evitarle. Sigue yendo al mercado
central para abastecerse de comida, trata de reducir las visitas a tres a la
semana. De esta manera evita el tener contacto con nadie.
Hoy
luce un sol hermoso, a pesar de estar en invierno y Hortensia vuelve del
mercado. Sus manos a penas atrapan las bolsas de la compra. Cuando un hombre, de
su edad se ofrece a ayudarla.
De
ninguna manera, es su respuesta. Pero sus ojos inspeccionan al ofertor.
No
quiero molestarla. Veo que va usted muy cargada y por eso me ofrezco para
ayudarla.
No
hace falta, pero ya su tono no es tan tajante.
Para
mi será un placer ayudarla.
Por
fin Hortensia cede un par de bolsas, pero otra más cae en las manos del
samaritano.
El
camino se hace en silencio pero pronto es interrumpido por la voz de Juan.
Lleva
mucho peso.
Aprovecho
para no tener que volver otro día, es la respuesta.
Piense
que es mejor hacer más viajes para no forzar la espalda.
Ya
pero ya sabe que vas por una cosa y vuelves con tres.
Llegan
al portal y le da las gracias. Pero Juan quiere subírselo a su casa.
La
negativa de Hortensia cada vez es menor. Sube.
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