La
presión no solo tiene que ser física, también puede ser psicológica. En ese
estado se encontraba hoy, Juan.
Dos
personas a las que quiere mucho, están enfrentadas entre ellas y Juan es el
nexo común. En un momento de su vida cada una de ellas le dice que elija entre
una u otra. Trata de solventar las desigualdades pero se convierte en armas en
su contra, con lo cual, no sabe qué posición tomar. Como elegir y porque hay
que elegir entre dejar de querer a una u otra. El amor y el cariño no se pueden
romper por el capricho de las personas queridas.
A
Juan se le antoja como dos necesidades: comer o beber, no se puede llevar a
cabo las dos sin tener que renunciar a ninguna de ellas.
Esto
hace que padezca una tensión, que le hace sentirse mal y por supuesto en una
encrucijada de caminos, donde toca elegir. Tome la decisión que tome saldrá
perdiendo, pues se habrá traicionado a sí mismo. Esto crea un desequilibrio que
hace sus reacciones un tanto anormales.
En
el caso de las tuberías, la solución está en disminuir la presión para no
estallar. Como hacer cuando el problema es en tu cabeza. Juan quiere aplicar la
misma forma pero cuando lo ha intentado, ha ocurrido el efecto contrario. Se
encuentra perdido. No sabe a quién recurrir. Caminando por el parque se
encuentra un caracol en una pared, tras las lluvias de los últimos días. Se
detiene y observa su calma y lo despacio que se desplaza.
Qué
suerte tienes caracol, no tienes que decidir. Le dice Juan. Pero acto seguido
se da cuenta que la solución a su problema está en la calma, no tiene que
entrar en la decisión de otros, aunque sean tus seres queridos.
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