-No
sé si te acuerdas de la otra noche, cuando estuvimos en el restaurante de
Marcelo, cenando.
-Sí,
que estuvimos con Margarita y Emilio.
Pues
en la mesa de al lado estaban dos señores, que no nos quitaban ojo de lo que decíamos.
Ellos estaban en la esquina.
-A
tanto no me fijé.
-Pues,
curiosamente me encontré con ellos esta mañana y se presentaron y se disculparon,
por haber oído nuestra conversación y por querer enterarse de más detalles para
llevar el proyecto, que dije, a cabo. Como comprenderás me quede de piedra, como
habían dado conmigo y como me lo platean.
-Esto
sí que es raro, han pasado cinco días desde entonces.
-Fíjate,
yo si me fijé en ellos porque me parecía descarado el interés que mostraban por
nuestra conversación. Y
me ofrecen la colaboración en el desarrollo de la idea que planteaba. Nosotros
que lo descartábamos como irrealizable. ¿Como han dado conmigo?, ¿como me ofrecen
la posibilidad de llevarlo a realidad? Me da un poco de susto, porque creo que me
han seguido y eso no me gusta nada. No conozco de nada y tratan de aprovechar
lo que os plantee. En esta idea he estado un año pensándola, aunque no os
dijera nada.
-Pero
te han dicho algo más, te han dado una tarjeta o algo para ponerse en contacto
contigo.
-Sí,
me han dado esta tarjeta con su correo electrónico y su teléfono móvil. Lo
primero que he hecho es buscar esta empresa en Internet y… No viene nada sobre ella. No tienen página
web, ni una sola referencia. Con lo cual todo me parece demasiado misterioso.
-¿qué
piensas hacer?
-De
momento romper la tarjeta y mi proyecto puede esperar, pero no me voy a meter
en un laberinto donde no se si voy a salir.
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