martes, 15 de marzo de 2016

LA PAREJA ATIPICA






Juan tiene entorno, a los cincuenta años, sale con una chiquilla que acaba de cumplir veinte años, como novia. El contraste entre la madurez y la juventud se hace manifiesto cuando cruza la calle.
Juan encuentra la frescura perdida en esta muchacha. Ana encuentra al padre que nunca ha tenido, le da la seguridad y la firmeza. En su pasado cercano, no le tuvo.
Se han mezclado dos necesidades. Normalmente la suma no produce una unidad, sino la soledad de ambos. Por ello están abocados al fracaso. Las ideas preconcebidas darán lugar a una solución de difícil conjunción. Se parece más a la mezcla de aceite y agua, cosa difícil.
La frescura de Ana contrasta con la piel más ajada de Juan, por más que quiera disimular su edad, sus movimientos delatan la edad cronológica.
El paso de cebra es el escenario de las miradas del contraste. La conversación que lleva la pareja no hace que se fijen en su entorno y traten de disimular la unión.
El contraste no pasa desapercibido y ellos lo saben, pero piensan que lo más importante es lo que sienten. Ese amor que les surgió como un hechizo, ser lo importante. Asumieron el rechazo que iban a tener, creyeron ser diferentes a los demás. El mundo podría ser hostil, pero ellos eran diferentes pueden cambiar los pronósticos.
Ana tiene miles de ideas por poner en práctica.  Está llena de vida. Juan ha quemado muchas etapas, como tal, su personalidad se ha modelado, quizás un desencanto sobre lo que le rodea. Cuando surge Ana desde el primer momento cree que puede ser posible, su autoestima sube, sigue siendo capaz de poder enamorar a una jovencita. Pero la juventud de Ana no le da nada más que la frescura que ella tiene.
Ana encuentra al padre.

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