Emilio
aunque aparece de forma intermitente, es su centro de reunión, el viejo bar que
Juan, su dueño, no se molesta en reformar. Es de los que piensa que si una cosa
va bien porque la va a cambiar. Lleva cuarenta años con la misma decoración.
Solo ha sustituido el menaje y la cafetera. Los lavabos siguen siendo los
mismos. Las mesas de formica aguantan a pesar de los desconchones. Las sillas a
juego, tienen más de una reparación.
Emilio
sabe que allí se reúnen los amigos los sábados y los domingos por la mañana.
Pueden pasar meses sin ir pero sabe que allí estarán. Pero hoy es un día
diferente no encuentra a ninguno. Pregunta a Juan:
- -
No han
venido por aquí, estosss.
- -
Creo
que hoy iban de comida al campo y se despidieron hasta la otra semana.
- -
Vaya.
- -
¿Quieres
tomar algo?
- -
Si
hombre ponme una cañita.
- -
Al
José le han operado.
- -
¿De qué?
- -
Hemorroides,
decía que no aguantaba más.
- -
Ese
siempre ha sido un tonto del culo, incide Emilio.
- -
Si
pero se le veía preocupado últimamente.
- -
La
verdad es que nunca le he tragado.
- -
El
Manu ha encontrado trabajo en unos grandes almacenes.
- -
Vaya
suerte, que tiene.
- -
En
realidad lo ha pasado muy mal. También.
- -
Nines
se ha quedado embarazada. Juan va informando mientras va secando los vasos que
-saco del fregadero, de lavavajillas ni hablamos.
- -
Y tu
hace mucho que no venias.
- -
Sigo
currando en lo mismo y tengo pocas novedades.
En
la parte de abajo, tiene un salón que ocupan para todas las celebraciones y
reuniones, pocos clientes siguen siendo tan fieles y por ello tienen carta
blanca en el bar, que se ve recompensado por las propinas dejadas.
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