miércoles, 2 de marzo de 2016

LA VIDA PROPIA DE LAS MAQUINAS






Dicen que las maquinas tienen vida propia. A lo largo de la vida de las mismas siguen procesos que no entran en nuestra conciencia. Cada máquina tiene una utilidad y como tal esperamos que cumpla con ella. El taladro girara mientras nosotros tenemos el dedo apretando el gatillo correspondiente. La televisión funcionara automáticamente cuando damos al botón de encendido. El aspirador iniciara cuando accionamos la tecla correspondiente. Pero un buen día el coche comienza a hacer ruidos extraños e incluso se llega a detener. Nuestro cerebro entonces comienza una especie de bloqueo, intentando entender por qué las cosas no llevan el ritmo por el que fueron construidas y diseñadas.
En informática te enseñan que cuando algo no funciona es accione el botón de encendido y apagado para que vuelva a retomar el control.
Nuestra cabeza es diferente, tan llena de datos, de circunstancias que acumulamos, sin darnos cuenta, que lo que siempre buscamos es el desconectar durante un periodo de tiempo, de ahí surgieron la necesidad de tomar vacaciones, donde hacer cosas diferentes.
Pero la vida propia de los aparatos eléctricos o mecánicos aparece con el paso del tiempo, como si tuvieran una fecha de caducidad marcada desde el origen de su construcción. Entonces empiezan a surgir comportamientos anormales y puede llegar a ser interpretado como vida propia.
También los humanos tenemos nuestra fecha de caducidad que va desde el propio nacimiento hasta edades muy avanzadas. Según vamos cumpliendo años vamos siendo diferentes como la vida útil de las máquinas.
A veces los cambios son tan grandes que ni nos reconocemos, en su caso extremo. En diferencia sustituimos piezas defectuosas y ese mismo modelo lo hacemos con el sistema óseo y orgánico. Pero por encima de todo eso están otros centros de control: cerebro, corazón e intestino. Un conjunto total.

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