Juan
siempre ha pensado que cuando limpia su habitación lo hace en su
conciencia, también. Por ello dedica un tiempo en hacerlo. Pero Juan
no encuentra ese beneficio porque al poco tiempo vuelve a estar
sucia.
Lo
curioso es que no es lo que ha limpiado, sino lo que va introduciendo
en su habitación. De alguna manera representa una frustración en
él.
Un
día comentando con su amiga María, explica ese afán liberatorio
que tiene cuando realiza la limpieza. María confeso que le ocurría
algo por el estilo. Pero tampoco reflexionaba sobre ello. Juan le
explica su sentimiento de no haber realizado nada pues el poco tiempo
volvía a estar como antes. María bajo la cabeza y respondió que a
ella le llevaba más días en volver a tener la obligación de volver
a limpiar.
Según
iba hablando ella dio con el problema, no había cambiado los
hábitos, seguía sin modificar conductas. Fijaté es como si vas
barriendo y a la vez vas comiendo pipas de girasol y tiras las
cascaras a tu espalda. Llegara un momento que terminaras de barrer,
recoges los restos con el recogedor pero a la vuelta te das cuenta
que estaba como antes. Juan parece como si boicotearas la acción
que estabas desempeñando. Ese sentimiento solo lleva al hartazgo.
Tal vez lo importante es no solo limpiar sino modificar aquellas
conductas que te hacen sentir sucio.
Juan
bajo la cabeza y descubrió unas migas entre sus pies. Ya se que
nadie es perfecto pero porque actuó de esa manera. María le miro a
los ojos y dijo: tal vez sea algo de tu pasado sin resolver que se
presenta una y otra vez ante ti, como si fuera una asignatura que no
tienes aprobada y esencial para pasar al nuevo curso o terminar tus
estudios.
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