Juan
piensa que un constructor de sombras siempre necesita una luz, sino
es imposible que se proyecte nada.
Las
sombras siempre crean inquietudes, sirven de escondites para quien no
quiere ser descubierto. Perro en la mayoría de la gente no suelen
gustar excepto en los meses tórridos o cuando el sol da excesiva
temperatura.
El
foco puede ser el sol o cuando ha llegado a su ocaso la proyección
de un foco de luz artificial. Un arquitecto siempre debe mirar a la
bóveda celeste para saber las diferentes posiciones solares para la
creación de las mismas, por ello debe hacer cuatro parajes que
coincidan con las estaciones del año. Siempre teniendo la referencia
solar busca la posición con faros instalados a diferentes alturas
que simulen la luz solar, para los días nubosos y que reflejados
sobre diferentes esculturas proyecten la sombra buscada, claro la
imagen solo durara unos quince minutos para pasar a la siguiente así
hasta que el sol se oculta en el oeste.
Juan
diseño este parque para crear unas formas concretas que tenían su
éxtasis el los solsticios de verano e invierno. Como un parque
temático concibió
este
lugar.
Los
focos se adaptaban al movimiento del sol por lo tanto eran fieles a
su proyección. El juego de luces y sombras le llevo mucho tiempo el
diseño.
En
la puerta pondría una frase que dijera: “Para que existan las
sombras es necesario la luz”. En su afán de quitar el miedo que
puede generar las mismas. Creando unas formas curiosas en las
esculturas que no se podrían creer mirando las mismas.
Presento
el proyecto a una empresa inversionista pero dejo espacios para
incorporación de nuevas figuras.
Cuido
tanto los detalles que cualquier hora del día que se podían
observar las sombras, y cualquier día, era posible verlas.
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