Juan
es una persona que ansia ayudar a los demás, busca en ONG para
ejercer su actividad de voluntariado. Su tiempo libre esta repleto de
actividades para los demás. Cuando termina la semana está exhausto
de las actividades desarrolladas. No ve a nadie y se dedica a
descansar y hacer las tareas de su casa. Pero ese afán desmedido le
llega a alterar sus planes y ocupar sus días libres por acciones
hacía los demás.
El
otro día se encontró con Mateo, otro voluntario más curtido y
hablando de su trabajo de voluntariado le dijo:
Juan
aunque dedicáramos hasta nuestras horas de sueño no solucionaríamos
el problema de los demás. Por ello he decidido dejar mi trabajo
solidario.
La
respuesta de Juan fue de preocupación: no podemos dejar de ayudar,
hay muchas personas que nos necesitan.
Mateo
respondió: ya lo se, pero ha llegado un momento, que he sentido no
hacer mi propia vida, sino la de los demás.
Juan
se apresuro a decir: eso es muy egoísta.
Tal
vez esto sea así pero he llegado a la conclusión que si queremos
ayudar a otras personas, nosotros nos tenemos que encontrar bien, por
ello ni valemos para los otros ni para nosotros mismos, ¿donde ves
el egoísmo? En principio nacemos libres, podemos elegir que posición
podemos tener en la vida: la de ayudantes es una tarea muy pesada que
llega a quemar. Mateo estaba tan seguro de lo que decía que movió
los cimientos del pensamiento de Juan, que en principio, sentía esas
palabras como las de un traidor. Aunque cerro los oídos para no
escuchar, y a la vez, reflexionaba.
Cuando
se despidió de Mateo, Sintió que el suelo ya no era tan firme,
hasta se movía, como una baldosa mal puesta, volteo atizando su
tobillo, produciendo dolor agudo.
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