Una
siempre que comía una comida picante luego tenía un gran dolor de
estomago. Sus amigos que lo sabían le preguntaban cual era el motivo
por el que seguía utilizando esas comidas. Juan bajando los ojos
siempre respondía, imaginaros una persona que le gusta el alcohol
pero por su problema de hígado tiene que evitarlo, buscara la manera
de levantar el veto e ingerirá el liquido prohibido, como un motivo
de libertad. A mi con el picante me ocurre igual, aunque la mucosa de
mi estomago se queje tratare de engañarle para disfrutar de ese
aumento de saliva al contacto con el picante.
Siempre
había una contra pregunta. Y merece la pena el dolor posterior. Juan
vuelve a bajar los ojos y responde es una manera de quebrantar la
prohibición, como queriéndome engañar, para resultar vencedor de
la toma de decisiones. Sus respuestas no convencían a nadie, pero
era su decisión, un poco se sentían culpables por ir a lugares
donde pudieran tener comidas susceptibles de llevar sustancias
picantes.
Pero
esta vez supero las anteriores, tras cenar junto sus brazos en la
zona del estomago y comenzó a revolcarse de dolor. Asustados
llamaron a una ambulancia, explicaron lo ocurrido y le trasladaron a
un hospital. Había poco que descubrir. Amaneció en una habitación
en observación, pero ya se sabía lo ocurrido. Juan acorralado negó,
volver a repetir, está vez había superado las anteriores. Como
siempre que una cosa pasa, se hacen mil promesas pero parecen
escritas en una barra de hielo, con el paso del tiempo se ha
derretido y por tanto olvidado.
A
escondidas a realizado pruebas con cantidades pequeñas pero ha
tenido que recurrir a los antiacidos. Juan sigue sin saber cual es el
picante que le falta en su vida, por recurrir a los de la comida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gracias por participar en este blog.