Juan
ha tenido, siempre, dudas sobre la realidad y la ficción. Ha vivido
siempre en una ensoñación que le ha creado problemas.
Su
trabajo rutinario, ayuda a prolongar esa ensoñación para estar en
otro lugar, mientras desarrolla el trabajo en la factoría, en una
cadena industrial.
No
suele tener errores. Pero sus ojos parecen ausentes, en las
conversaciones que tiene su mirada esta fija en cualquier lugar, sus
interlocutores presentan una incomodidad, llamándole “el flipao”.
No
fue consumidor de drogas ni siquiera de alcohol, pero eligió una
vida particular, aislado.
Nunca
necesito muchas cosas, un lugar donde sentarse y contemplar el
entorno era suficiente para encontrar la felicidad, por lo que
mostraban los rasgos de su cara. El vello erizado y una amplia
sonrisa en una cara roja. Como símbolos de su estado.
Ayer
fue diferente cruzó una calle por en medio, sin observar la maniobra
de un coche viniendo a gran velocidad. Su cuerpo como de un pelele
fue proyectado hacía arriba mientras caía de cabeza sobre el
asfalto. La imagen era tan violenta que todo el mundo pensó lo peor,
como se demostró llegadas las asistencias. La cara llena de sangre
confirmó los pensamientos.
Juan
“el flipao” abandono este mundo y hoy en su entierro se juntaron
sus compañeros de trabajo y algún familiar, para justificar el
atropello como una de sus ausencias. La lógica demostrando el
sentido de la vida, para justificar su sentido contrario a los demás.
Del
crematorio salieron todos muy pensantes entre las dos realidades, la
que ellos tenían y la de Juan. Al final se juntan en torno a un
horno que despide un humo gris blanquecino. María comenta esto con
el resto de compañeros. Pero unas lagrimas eran más que una
respuesta. Y juntos salieron del cementerio con nueva visión de
vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gracias por participar en este blog.