Cuando
termino la proyección de la película, no había terminado de
encenderse las luces y los créditos aparecían aun. Los espectadores
se levantaban de sus butacas como unos resortes. Juan pensó: que poco
les ha gustado el film. Si hubiera sido al contrario la gente
gastaría más tiempo en levantarse y hasta comentar entre ellos.
Había
cubierto su papel de proyección de consumo, pero con un regusto de
se podría haber sacado más partido del argumento. Pero las
películas se producen para sacar un beneficio, no para ser obras de
arte, por ello es la forma de producirlas, así piensa Juan. La
oferta se produce por haber una demanda, tampoco se espera mucho más.
Los
espectadores salen por una puerta trasera, como ocultado de los
nuevos visitantes. En poco tiempo estás en la calle, donde te
dispersas al siguiente objetivo.
Juan
tenía un regusto malo de la visualización y decidió dar una
vuelta, pasear sin prisa, queriendo reflexionar sobre lo que acababa
de ver. Pero hay una gran cantidad de gente que viene de una
manifestación, el colorido, los comentarios le sacan de su mundo
para volver a este. También tienen prisa, parece que todo el mundo
tiene que recuperar el tiempo perdido, así piensa Juan.
El
consumo es la nota dominante y parece como si fuera una servilleta de
papel, una vez usada debe ser eliminada ya no vale.
Con
estos pensamientos anda Juan en la tarde del jueves. Queriendo
comprender como comprender la vida que va pasando. Juan piensa que
cada persona tiene un sentir en la vida pero existe un pensamiento
global que define el comportamiento general, sobreponiendo ante el
pensamiento personal.
Esa
manera de sentir colectiva nos acerca más al mundo animal, a ese
carente de raciocinio que puede cambiar las cosas y sin embargo
sigue.
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