lunes, 19 de diciembre de 2016

LA SOLIDARIDAD






A veces, la solidaridad, se entiende como un lavado de conciencia. Se parece mucho a épocas medievales donde se cometían pecados de toda índole y tras el pago a la iglesia de un dinero se quedaba libre de culpa. Ese mismo sentimiento se ha seguido utilizando a lo largo del tiempo y hoy seguimos con ese lavado de conciencia, sin profundizar que nuestro apoyo no se consigue solo con dinero, sino con acciones en cada día y momento.
Nuestro objetivo no tiene que ser un grupo de personas en concreto y en un espacio geográfico. La conexión que tenemos entre todos los seres humanos están importante que la ignoramos. Por ello nos sentimos aislados, solo ¿salvados? Por las tecnologías. También cuestionable.
Lo que la mayoría de personas necesita no es precisamente dinero, pues este vehiculo es el que lleva a la destrucción de esa conexión entre individuos.
No olvidemos que cuando una persona aprende el colectivo lo hace en el mismo vector, al igual que hacer que el dinero sea el gran posibilitador de nuestra vida, nos lleva a convertirlo en un Dios que nos produce seguridad y estabilidad.
Este desaparecerá, esto es una posibilidad a corto plazo y entonces nos encontraremos que todo lo que habíamos construido entorno a él, perderá su valor. Es cuando moveremos nuestras alas y no consigamos elevarnos de la tierra y surgirá el sentimiento de miedo, una creencia que valió para un tiempo pero, ahora, dejara de tenerlo.
Lo que de verdad tenemos es como actuamos con las otras personas en nuestro entorno sin cerrar los ojos para lo que pase en otros países o continentes, pero con la premisa que es llegar lo que tienes cerca para después exportar, sino estaremos dando pasos de gigantes, y por supuesto, no lo somos por ahora.

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