miércoles, 14 de diciembre de 2016

LA CONVERSACIÓN EN EL TREN






Dos pasajeros, en un tren semivacío. Comienzan una conversación. Uno frente a otro afronta las cuatro horas que durara el trayecto.
Juan inicia la conversación hablando del tiempo, muy útil para poder hablar. Dependiendo de si la respuesta es monosílaba o se extiende a frases, tendrá lugar la misma o se abortara en el momento.
Pero Alberto estaba dispuesto a entablarla, por ello dio pistas para poder seguir la misma.
El destino es la siguiente cuestión, sin darse cuenta están hablando de temas que ni podrían sospechar. Incluso ignoraron la presencia del revisor que les solicito los billetes que le hicieron participe de sus comentarios. Hasta que se sintió azorado por tener que terminar su trabajo e ir a la cabina, para preguntar si tenía que bajar en la siguiente estación y tomar otro convoy. Se despidió y siguieron comentando, lo que les pasaba por la cabeza, tan animosos seguían que acordaron comer juntos en un restaurante junto a la estación de destino, pues ambos tenían la tarde para trabajar.
Ocultaban la soledad de los desplazamientos y no fue necesaria la visión a sus teléfonos móviles para ocupar la perdida del tiempo, como interpretaran el camino del desplazamiento.
Aprovecharon para presentarse e intercambiar teléfonos. Sin darse cuenta la estación de destino se aproxima, según dice los altavoces. Toman sus carteras y se emplazan en media hora en el lugar convenido para comer, mientras aprovechan para hacer unas llamadas.
A la hora en punto llega Juan aunque Alberto lo hace diez minutos más tarde, disculpándose porque tuvo que hacer más llamadas de las previstas. Como dos viejos amigos siguen comentando cosas, con el límite que sus cabezas marca. Pero parece que hay un hilo envolvente, que les da para seguir y seguir.
Por fín terminan y pagan su comida mientras salen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

gracias por participar en este blog.